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LAS PROFECÍAS Y
EL FUTURO DE LA MEDICINA
n Bogotá, y especialmente en el Barrio de la Candelaria, es
muy conocida la profecía del Padre Margallo. Se trata de la
Eprofecía del Padre Francisco Margallo y Duquesne, quien, al ser
víctima del robo y profanación de la Capilla del Sagrario, ubicada vecina
a la Catedral de Bogotá, en 1827, anunció que “el 31 de agosto de un
año que no diré, sucesivos terremotos hundirán a Santafé”. Duquesne,
reconocido por su labor docente en el colegio San Bartolomé, claustro
donde se formaron grandes próceres de la independencia colombiana,
contaba con el respaldo de eruditos y militares de altos rangos, pero no
con el de algunos ciudadanos incrédulos que consideraron tal leyenda
utópica e irrisoria. Pero la inexactitud de su profecía en cuanto a fecha
hace difícil decir que tal cosa no sucederá.
La medicina está cambiando, a una velocidad mayor que cualquier
profecía o pronóstico que se pudiera hacer. En parte por la mayor
disponibilidad de datos de salud individuales, junto con las técnicas de
análisis conocidas como “big data”. Este mayor nivel de información
permitirá el avance de la medicina de precisión, con cuidados y
tratamientos más personalizados.
Otro gran cambio será la descentralización de servicios alentada
por las tecnologías móviles, la telemedicina, algoritmos de inteligencia
artificial, la impresión 3D y los biosensores. La pandemia de COVID-19
ha sido un catalizador universal para la transformación digital tanto de
prestadores como consumidores de servicios de salud a nivel mundial.
El paradigma en medicina está cambiando. Este cambio pone al
paciente en el centro, y lo supone comprometido y protagonista de
su cuidado. Las herramientas informáticas de telemedicina facili-
tan la retroalimentación de información, facilitando la optimización
de recursos.
Una de las principales fuentes de información de estas herramientas
es la Historia Clínica Electrónica (HCE). Actualmente se están